

Por Viviana Lupi
¿Si internet divulga contenido de fuentes seleccionadas sigue siendo Internet? ¿Si los proveedores de infraestructura son, además, proveedores de contenido –que en algunos casos lo son- competiríamos con ellos en igualdad de condiciones? Nos deja pensando esto que Tim Berners Lee, creador de la World Wide Web, dijo en relación a la Net Neutrality hace dos semanas en su sitio: “cuando inventé la web, no tuve que pedir permiso, como tampoco tuvieron que hacerlo los emprendedores de internet más exitosos de América cuando comenzaron sus negocios”. Habla, imaginamos, de Google, Amazon, Facebook, creadas en el amanecer de este nuevo siglo. Para alcanzar su máximo potencial, Internet necesita mantener un espacio que permita “la creatividad, innovación y expresión, libre de permisos”, dice Berners Lee, dejando en claro, que con la nueva legislación estadounidense, aprobada el 14 de diciembre pasado, el Comité Federal de Comunicaciones (FCC) dio un paso hacia atrás al otorgar poder a los principales jugadores “para que elijan quienes serán los ganadores y perdedores del mundo online”. Sí, señala, habrá más gente conectada, pero cuál es el punto si el proveedor de servicios solo ofrece aquellas películas que más le convienen, “tal como en la era del cable”.
Juan Gregorio Pozzo, profesor de Lanzamiento y Financiación de Proyectos Digitales en MIND, nos hizo el favor de explicarnos lo necesario para entender el nuevo escenario. Comienza diciéndonos que el principio de Net Neutrality nació académicamente en los años ´90, que se afirmó a comienzos de los 2000 en Estados Unidos, y principalmente entre los años 2004 y 2014, “hubo al menos cinco proyectos de ley que fracasaron para convertir el principio de neutralidad de la red en una Ley”. Básicamente, aclara, “la idea era evitar los monopolios de las empresas proveedoras de servicios, sobre todo de las de acceso y conexión a Internet”. Sin embargo, luego de algunas “cuestionables” regulaciones en 2014 que favorecían a ciertas compañías – por ejemplo un pago diferencial que Comcast reclamó a Nétflix para llevar el contenido a sus usuarios, al que Netflix accedió- hizo que el debate volviese al centro de la escena. Así, en 2015, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC), por recomendación de Barack Obama, comenzó a regular los servicios de los Internet Service Providers (ISP) “como servicios de telecomunicación, bajo la órbita de las leyes de comunicaciones y telecomunicaciones de ese país, y a favor del principio de neutralidad”, agrega Juan. Esa pequeñísima primavera duró hasta ahora, hasta hace unos días, cuando el nuevo director de la FCC, luego de un año de estar trabajando el asunto, consiguió dejar sin efecto la regulación.
Ahora bien, lograr que se revierta esta operación no es algo sencillo, dicen desde Tech Chrunch, pero hay ciertas esperanzas puestas en: que los fiscales de Washington y New York presenten demadas judiciales, que se expida el bloque europeo que tiene intereses económicos muy fuertes, etc. “Si bien se trata de una decisión interna y administrativa del estado norteamericano, con efectos legales que apuntan exclusivamente a ese país, a partir de la incidencia que Estados Unidos tiene en la industria digital global, podríamos suponer consecuencias a mediano y largo plazo en otros países”, nos advierte Pozzo.
Entonces, ¿cómo nos afecta?
“En el caso de las empresas locales, mientras no se cambie la ley, no veo que existan cambios ni se afecte a los usuarios”, señala Juan. Las variables a analizar son, si las empresas de contenido estadounidenses derivan sus costos generales a todo el universo de usuarios internacionales, o en caso de no modificar costos para los usuarios, sí lo hagan con los propios contenidos, ya que será más oneroso producir o adquirir licencias. Hasta el momento no hay una visión clara de lo que puede suceder, agrega Pozzo. En el plano local nos dice que “a diferencia de Estados Unidos, existen leyes como la Ley Argentina Digital 27.078, que favorecen el principio de neutralidad de la red en forma razonablemente clara”. La ley, casualmente sancionada en 2014, prohíbe, por ejemplo, entre otras cosas, establecer un precio de “acceso” a Internet basado en los contenidos ofrecidos, y apunta a defender el principio de neutralidad de la red de medidas como el bandwidth throttling, es decir, bajar o subir la tasa de transferencia de datos según el contenido, o el Zero Rating, es decir, bajar los costos u ofrecer en forma gratuita cierto contenido o servicios para obtener masa crítica de usuarios. Pero además impide a los proveedores de acceso a Internet el bloqueo, interferencia, limitación o discriminación de contenido y acceso, sin orden judicial previa. “Es una ley muy buena, ahora si realmente se cumple, es otra cosa”, nos dice y añade, “hasta el momento, no tuvimos casos críticos en materia de neutralidad de la red, más allá de algún caso aislado, cuyo fallo fue cuestionado”. Sin embargo, sigue, “no hay información fehaciente que indique que la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, fusionada con el ENACOM, supervise el cumplimiento de las disposiciones de la ley”.
En los últimos días, por ejemplo, una compañía de telefonía celular, ofreció conectividad ilimitada más allá del límite de megas de conexión contratados por los usuarios, para el uso de WhatsApp. “Este es un claro caso de Zero Rating, es decir una vulneración de facto del principio de neutralidad de la red”, señala Pozzo. El tema es delicado, subraya, “medidas como el bandwidth throttling o Zero Rating, pueden literalmente “cartelizar” los contenidos y la información a manos de quien pueda pagar por mayor ancho de banda, mientras relegaría al resto”.
Antes de despedirnos Juan nos deja picando un “tal vez en países desarrollados como Estados Unidos se puedan dar el lujo de realizar estos cambios, pero nosotros debemos enfocarnos en darles las mismas oportunidades a todos en materia de comunicación y bregar porque sea un instrumento de desarrollo constante que nos ayude a crecer durante muchos años”.
Que así sea.
(*) Periodista especializada en tecnología y responsable de Media & Comms de Minders Group.
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