Si tienen la oportunidad de leer la carta que Bill Gates escribió a sus empleados de Microsoft (si no la conocen, este es el link) van a poder ver con sus propios ojos de qué se trata entender el futuro. El e-mail se llamaba “La marea de Internet” y fue escrito el 26 de mayo de 1995 (hace casi exactamente 22 años). En ese memo, Gates veía con claridad cómo las computadoras se iban a conectar a velocidades cada vez mayores, la llegada del acceso a Internet a través del cable, la importancia de los contenidos… resulta realmente increíble pensar que alguien podía ver con tanta claridad el futuro. Y si bien en muchísimos aspectos Gates tuvo razón, en uno se equivocó de punta a punta: la importancia de la telefonía celular. Como el score de esos artistas olímpicos, un 10 casi perfecto, pero la centésima que le faltó, fue decisiva para lo que muchos vieron como el ocaso de Microsoft hasta su resurgimiento -reciente- como centro de innovación de hardware.
Si miramos la imagen de la ilustración de esta nota, podemos entender cómo se imaginaban los autos autónomos en 1958. En algún sentido no estuvieron tan lejos de lo correcto: estamos cerca de autos eléctricos que se manejan solos. ¿Pero qué pasa con la familia que está jugando dominó? ¿Qué ocurre con la imagen del “pater familias” con su corbata y el rol de la mujer? ¿Por qué los adolescentes están tan divertidos con el dominó en lugar de ser adolescentes? ¿Dónde están los celulares? ¿Dónde están las tablets?
El punto es que por más que nos esforcemos, no podemos imaginar el futuro sin salir del mindset de lo que conocemos actualmente. Y es que imaginando el futuro con la mente de hoy, es común escuchar (y este es un debate constante en los pasillos de Minders y en las clases de MIND) que el futuro nos dejará a todos sin trabajo y que los robots dominarán nuestras vidas.
Y es que si pensamos con nuestro mindset actual, efectivamente solo parecería que hay dos escenarios posibles:: una distopía donde las máquinas tendrán todos los trabajos, lo que a su vez traerá mayor pobreza entre los humanos, desigualdad, caos y todos viviremos en una pesadilla à-la-Mad Max en el corto plazo o la otra posibilidad es una utopía donde el Estado le asignará un dinero a cada ciudadano y con nuestro tiempo libre nos dedicaremos al ocio creativo y viviremos en una bucólica escena pastoril por los siglos de los siglos.
Ni una cosa, ni la otra.
Simplemente pensar que los robots tomarán nuestros trabajos es tan errado como pensar que cuando los tractores reemplazaron a los jornaleros agricultores aumentó el hambre y la pobreza. Solamente como prueba de este punto: en el año 1800, el 80% de la fuerza de trabajo de los Estados Unidos se dedicaba a tareas agrarias. Hoy, solo lo hace el 2%. No hay dudas de que la mecanización de la agricultura no empeoró la economía sino que la mejoró.
Y de la misma manera que trabajos como “administrador de redes”, “community manager”, “desarrollador web” o “piloto de drone” no existían hace 15 años, ¿qué clase de trabajos tendremos por delante para reemplazar los que –muy probablemente- lleven a cabo los agentes de Inteligencia Artificial?
La respuesta, en muchos casos, excede lo que podemos imaginar. Algunas personas geniales (Gates, al comienzo de esta nota) pueden llegar a vislumbrar las grandes tendencias. Tal vez, Elon Musk esté hoy dentro de la misma categoría.
¿Podemos, entonces, prever el futuro de nuestras industrias y empresas? Por supuesto que sí, pero para hacerlo, tenemos que liberarnos de preconceptos y recordar que, como diría Sócrates, que solo sabemos que no sabemos nada.
Lo que la foto que ilustra esta nota muestra es que podemos entender el futuro de la tecnología, pero donde tenemos que mirar es en los cambios sociales y culturales. No se trata de estar actualizado en el último grito tech, sino en los cambios más subterráneos y sutiles que –a los ojos del que no mira- parecen muy pequeños, pero que su efecto exponencial en el futuro, es mucho mayor que el de un nuevo aparato, una nueva pantalla o una nueva IA.
En definitiva: podemos ver el futuro, pero para ello debemos lograr un verdadero cambio de mindset en donde podamos imaginar a nuestros nietos, en auto autónomos, pero sin jugar al dominó.
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